23 julio 2007

Andorra, paraíso de bandoleros

He estado en Andorra.
He comprado lo que quería; un objetivo Tokina 12-24, pero después de buscar intensamente y decidirme por un establecimiento concreto, acabé pifiando la compra.
¿Por qué?
Porque creo que elegí una tienda de estafadores, timadores y...
El caso es que la táctica que emplearon estuvo bien ensayada:
Primero pruebo el objetivo con mi cámara, decido efectuar la compra tras aceptar el precio y antes de darme cuenta, aparecen varios empleados. Unos cogiéndome la tarjeta de crédito para cobrar, otros insistiendo que debo poner un filtro protector -estoy de acuerdo con ellos, pero declino el que me ofrecen- y así, con tanto barullo, mi atención empieza a dividirse entre la tarjeta (que por suerte para ellos no pasa a la primera, lo cual me pone más nervioso), el Tokina que compro -no vayan a darme el cambiazo y el objetivo que tuve que retirar de mi cámara para probar ese Tokina -no vaya a desaparecer del mostrador-.

Resultado final:
Me cobran el objetivo al precio pactado y también el filtro (que no he pedido), al precio que a ellos se les ocurre pedir -que por cierto, debe ser un filtro válido para incorporarlo a ese nuevo telescopio que han inaugurado recientemente en las Islas Canarias-.
Total, los muy pillastres me cobran 60 € más de los previstos y yo me voy con un Tokina 12-24 y con un simple Hoya UV de 77 mm.
Debería haber anulado la compra, pedir devolución, llamar a la guardia montada del Canadá o yo que se, pero lo cierto es que en esos instantes, en los que te das perfecta cuenta que te la están jugando por unas cochinas pesetas, lo único que quieres es largarte de esa cueva/tienda y rogar que no te hayan hecho un duplicado de la tarjeta o yo que se.

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